El amor es completo y redondo. Sin recovecos o escondites, es libre, ausente, es la piedra en el zapato, la lluvia a media tarde, lo inesperado pero lo siempre presente.
No es el sentimiento “feliz” de los infantes, no es la “pesadez” de los ancianos, es el aire que respiramos, es lo completo y es la parte. Es llanto, es zozobra, es la ausencia del amado. Es aquel encerrado, es aquel libertado. Es el santo y el demonio.
El amor es el dolor de la partida y la alegría del arribo, es el instante del deseo pero no es el deseo consumido. El amor no es “tomar y poseer”, es tener y dejar ser.
Uno ama cuando llora, uno ama cuando pierde. El amor es la línea circular que nos empieza y nos termina, es el punto de llegada y el punto de partida. Es la muerte y es la vida. Es el silencio de los aires y es el grito de las plantas.
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