O quizá es la muerte que piensa en mi razón, que habla por mi boca y escribe por mis manos, y lo que pienso, hablo y escribo no sea más que la muerte vuelta pensamiento, habla y escritura;
Son los muertos que aún luchan, tristes figuras, inertes duelistas en movimiento sepulcral, que ven ya pronto su grandioso final.
Veo el final a la cara, le veo el ridículo rostro, pues en él vivo, no muero, en muerte vivo.
Es noble que mi cuerpo caiga ante el peso de mi alma ya liberada.
Mi guerra termina, mi fin veo cercano y arcano conviértome para transformarlo en vida…
Mis deudas pago para poder dormir, en el fuego de la conciencia quemo mis pecados ancianos y en mi súplica eterna expíome de las Furias.
Mi vida sigue y mis faltas disminuyen, de los pecados de mi niñez ya nada queda, me he incendiado, me he incinerando por el perdón que me debe la vida.
Cómo ánima bendita deambuló por los días, cargando pecados y perdones, cargando a cuestas mi maldita mortalidad.
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